Quizá el más claro ejemplo contra la superstición es su discusión sobre los milagros. Hume dice, imagina que tus creencias religiosas tienen como sustento historias sobre milagros, como la historia cristiana de los panes y los peces o la resurrección de Lázaro.
Tú vienes y vas proclamando que alguien te dijo que un milagro ha sucedido y que tienes suficientes bases para creer que el milagro en realidad sucedió.
Pero Hume dice, "Momento ¿Porqué crees lo que leíste o lo que alguien te dijo que fue un milagro?" Y tu respuesta tiene que ser, sin duda, que crees en lo que ellos te dijeron--o en lo que leíste en la Biblia--porque ellos siempre dicen la verdad.
Aquí entonces viene la tenacidad de Hume: "Tú estás usando una manera de pensar que se llama inducción. Y estás concluyendo que porque ellos generalmente dijeron la verdad en el pasado, esa es una buena razón para suponer que ellos dirán la verdad en el futuro."
En este caso, Hume continúa, tú tienes que ser consistente.
Si vas a usar inducción para fundamentar tus creencias, entonces también tendrás que usar inducción para fundamentar o explicar cómo las cosas suceden en la vida diaria.
Tú nunca ves una estatua que llora, o una imagen que llora, o una aparición fantasmagórica que te dice que el fin del mundo será en 2030, y otros ejemplos de milagros de la misma ralea. Llegar a esa conclusión, basados en experiencia, es una manera inductiva de pensar.
Entonces si una persona, o una historia en la Biblia te dice que alguien resucitó o que una imagen con indescriptible bellas flores en su regazo apareció en un cerro y lo crees; tú, entonces, estás en conflicto porque tendrás que explicar dos argumentos de la misma naturaleza sin caer en contradicción.
Por un lado, tienes inductiva evidencia que ellos tienden a decir la verdad y que por eso crees lo que ellos te han dicho, que la estatua ha llorado o que la diosa ha aparecido en una montaña. Pero por otro lado, tienes tu propia experiencia de que las estatuas no lloran, ni hay apariciones a media noche de seres bucólicos o que el agua se convierte en vino para mantener contentos a los invitados.
Lo que tenemos ahora, Hume continúa, es un tipo de conflicto entre dos argumentos inductivos. Uno de los argumentos siempre va a derrotar al otro, el de que las estatuas lloran y que la resurrección es un evento posible. Pero aún más, sabemos por experiencia que la gente, nosotros, tendemos a cometer errores, y que algunas veces podemos ser esclavos de la ilusión o que de vez en cuando mentimos.
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