19 mar 2011

Los crímenes de la calle Morgue de Edgar Allan Poe

En este cuento, el  escritor recurre al método para exponer los sangrientos hechos. También recurre a lo extraordinario para causar repulsión a los actos de los que nos vamos a enterar.


Pero pareciera que los principales acontecimientos son un secundario ingrediente. Lo que importa son los alcances de la mente y la apropiada senda para descubrir la verdad. La acertada explicación de los efectos y sus causas,   será el principal instrumento por el que Dupin resolverá y expondrá el enigma: ¿Quién fue capaz de asesinar sin claro motivo y de esa manera tan violenta a las dos mujeres? 


Pero Edgar Allan Poe, a través de su narrador, no se conformará con exponer los terribles actos que no sorprenderían a los de frío corazón. Los eventos serán condimentados con una lista de las testimoniales de los que oyeron los gritos a media noche. Como proponiendo que no debemos confiar en nuestras percepciones, Dupin nos dará cuenta de sus limitaciones. Y ahi entonces, el debate entre las capacidades de la mente y las debilidades de nuestros sentidos como en una prolongada reyerta por centurias.  La admiración entorpecerá nuestros sentidos. Por eso es que no podemos confiar en ellos cuando buscamos la verdad. Es la mente como una sensata misántropa que vendrá para socorrer y poner orden en el alboroto causado por los sentidos. Ellos no saben como reaccionar ante lo horrendo de una masacre.  


Luego vendrán otras complicadas ideas, introducidas como sin quererlo. ¿Quién, al final de cuentas, es el responsable? ¿Cómo  es que podemos atribuir responsabilidad a los incapaces? ¿Acaso, esos seres grotescos, bestiales seres, en los que, nosotros, imprudentes humanos, nos reconfortamos en su compañia son responsables de sus actos?  Eso el lector tendrá que resolverlo.