9 jun 2011

Siguiendo a los Aztecas


Antes del avieso arribo de los españoles, una preocupación de los aztecas se asentaba en lo efímero que son las obras de los hombres. El desenlace de su historia estaba en un punto culminante. Nezahualcóyotl había escrito que los hombres no están en la tierra para siempre.

Pero otra preocupación de mayor peso era su origen. Parece que los aztecas no podían olvidar que eran un pueblo advenedizo y que fue necesario inventar el pasado. Fue por eso que Itzcoatl quemó los documentos que contenían las viejas historias sobre lo que había pasado antes de 1428. Mucho más difícil sería conocer lo que pasó antes de 1376, cuando Acampichtli llegó a ser emperador.

Los historiadores dicen que  los mexicas se apropiaron de la herencia cultural tolteca. Sin embargo, nunca olvidaron que originalmente habían sido una tribu nómada,  que  llegó a ser un grupo sedentario de avanzada cultura.

Un hecho que confirma lo anterior fue la construcción de la gran ciudad de Tenochtitlán. En ella el dios Huitzilopochtli ocupaba un lugar privilegiado al lado del antiguo dios de la lluvia, Tláloc. Uno y otro fueron puestos a la par: el dios de la nueva civilización al lado del la pretérita deidad tolteca.

Lo que importaba era crear un mito basado en la grandeza tolteca, pero también  desprenderse del sentido de inferioridad que los aztecas sentían ante la otrora extinta civilización.

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