22 ene 2013

"El castillo" de Franz Kafka

Y una vez que K decidió establecerse en ese lugar rebosante de  burócratas y leyes sin sentido, el destino decidió jugarle unas cuentas sorpresas.  Insensato de K que aspiró iniciar nueva vida en ese frío lugar cubierto de nieve y parco de cálida bienvenida.  

Qué difícil para K fue lidiar con ese mundo de arrogantes y obesas mujeres, destilando poder, opuestas a pusilánimes hombres que no atisbarán, en los recovecos de sus cerebros, una nimiedad de rebeldía, sino que se opondrán acaloradamente, como si en ello llevaran la vida, a cualquier atrevimiento contra la maquinaria de poder. Y es que en sus acciones y rechazos al cambio,  iba incluida la reafirmación de su actuación en esa fría comarca de bizarras situaciones, indolentes burócratas, arrojo reducido,  familias confinadas, terror, enfermedad, y espectrales descripciones. 

Lo peor de todo, para K, es que una vez que decidió emprender nuevos proyectos en tierra desconocida, ya no pudo volver tan fácilmente, de buenas a primeras, a su lugar de origen. Quitado de la pena para volver a empezar de cero. Como si el esfuerzo, su experiencia, y sus credenciales no hubieran servido para algo.

Pobre K. Frustrado hombre que no tendrá paciencia para esperar el momento oportuno y la adecuada señal que el sentido común exige en ese lugar. Tampoco aprenderá cómo leer las segundas intenciones de los que tienen poder (pese a sus racionales interpretaciones), o  a descifrar el abrupto deseo sexual de los burócratas en sus diurnas oficinas, para sacar ventaja de ello y alcanzar su meta. K dio por sentado el respeto de  sus derechos, pero esa quimérica invención no tuvo cabida en ese territorio.



De diversas interpretaciones para el lector, es esta novela un ejemplo de maestría kafkiana. En sus páginas y en la diaria búsqueda de K por la reafirmación de su puesto como agrimensor, el lector irá descubriendo otros afligidos y dilapidados seres. Y entre los soliloquios de sus personajes, casi escondido entre sus palabras, aspiraciones, y emociones, un espejo. Ahí, una nítida imagen donde el lector podrá verse asimismo y  ser consciente de su propia realidad.

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