Este es un libro complejo, no fácil de leer, por tres razones. Primero, el lector necesita tener en cuenta aspectos históricos sobre la segunda guerra mundial no conocidos cuando el libro fue escrito y también sobre historia judía. Hannah Arendt, describe el papel de algunos países europeos en esa guerra y su participación o rechazo al régimen Nazi y su política de destrucción. Un tema controversial, es la opinión del autor sobre la reacción de los judíos hacia la política de inmigración alemana antes de la guerra, y en su etapa final, ante el programa de exterminio en campos de concentración. Según Arendt, no hubo un claro rechazo de las víctimas hacia esa política de aniquilamiento. Es como si voluntariamente hubieran aceptado--en masa--su destrucción sin ninguna resistencia.
Segundo, antecedentes jurídicos sobre procesos judiciales son necesarios para entender el propósito de este libro, que es dar un informe sobre el juicio de Eichmann. Aquí es donde el lector tiene que lidiar con principios jurídicos que limitan la potestad punitiva y la aplicación de la ley. Parece haber una contradicción entre traer a un acusado a la justicia para enfrentar cargos por violar la ley y los medios utilizados para su captura. Eichmann no fue detenido de acuerdo a derecho, sino que fue secuestrado por la policía secreta israelí y llevado ante la justicia en un lugar donde no se cometieron los hechos delictivos. Hechos que no fueron criminales en el régimen Nazi. Este es un problema jurídico que se sumó a otros durante el irregular juicio. Arendt pone en tela de duda el juicio, pero al mismo tiempo no alega la inocencia de Eichmann. Lo que tenemos entonces es la falta de claridad del sistema legal utilizado para juzgar a un hombre y los límites entre los aspectos legales y morales de su castigo.
Por último, dejando de lado las múltiples implicaciones históricas y legales de este libro, lo que queda es la personalidad de Adolf Eichmann. Se le describe como un monstruo: un hombre irreflexivo que, incluso momentos antes de su ejecución, no es consciente de su papel en la política de exterminio Nazi. Lo que tenemos en frente es un burócrata, que estaba obedeciendo órdenes, que quería ser eficiente en su trabajo rutinario, y salir adelante. El problema es que no pudo ver las consecuencias de sus acciones y la maquinaria de poder destructiva del cual él era parte. Un punto relevante en este libro, es la pregunta implícita, sobre cómo, cualquiera de nosotros hubiera actuado en las mismas circunstancias.
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