Wise Blood, es la historia de Haze Motes quien libre de sus obligaciones en la milicia, regresa para encontrar que ya no tiene un lugar propio donde vivir. Sus padres han muerto y no tiene ningún otro lazo familiar.
Con unas pocas pertenencias en su valija, deja el pueblo de Eastrod, donde nació, para viajar en tren a Taulkinham donde piensa que encontrará la liberación de sus obsesiones, el pecado y Jesucristo. Su abuelo había sido predicador y ahí en Taulkinham encaramado sobre su Essex predicará sobre la Iglesia sin Jesucristo.Taulkinham será la ciudad pecaminosa donde transcurre la historia y pareciera que no hay bueno ni uno solo.
Poco a poco iremos conociendo a los personajes que Haze se encuentra en su camino. Hombres y mujeres mezquinos, embaucadores, atados a los otros mientras se dependa de ellos, solitarios, obsesivos, tramposos, propagadores de falsas creencias. En la ciudad como sombras deformes, henchidas de reverencia hacia las cosas materiales veremos un puñado de personajes egoístas que se difuminan en los escaparates y las calles. Entre ellos Haze propagará la nueva.
La autora recrea una sociedad que se mueve lentamente, como inconsciente, a través de los anuncios que decoran la ciudad. Sus habitantes con enfermizo interés en los productos exhibidos en las grandes tiendas y supermercados desarrollarán una cruda indeferencia hacia sus semejantes. En la historia veremos persistentes referencias, imágenes y caracteres bíblicos. Hay una recurrente violencia asociada con las situaciones extremas, porque pareciera que de esa manera se nos revelerán de mejor manera sus personajes.
De entre los personajes que más atrajeron mi atención - incluída la degenerada Sabbath Lily Hawks con su frustrada manía sexual - Enoch es el que sobresale. Tal vez por su naturaleza enfermiza, dado a la soledad, pero lleno de ansiedad, de ganas de tocar la mano de algún humano. Las metáforas circunscriben su comportamiento mecánico. Los animales que cuida en el zoológico son más humanos que él mismo, quien siente una reverencia enfermiza al mobiliario que llena los espacios vacíos en su cuarto. Enoch es un obsesivo que le trae a Haze una vieja momia, que roba de un museo para que sustituya al negado Jesucristo. Enoch desaparece de la obra imprevistamente, quizá para salir de esa prisión donde está encerrado en busca de su propia salvación.
Casi al final, Haze se ve envuelto en ciertos sucesos repulsivos, salvajes, sin sentido, que pareciera la señalan el camino correcto. Quizá se da cuenta de lo absurdo de su misión. Luego entonces el sacrificio. Por mano propia lleva a cabo su mortificación. Es el momento de la gracia. Para mostrar la pena que siente por sus acciones, se quita la vista a si mismo. Ha comprendido que sólo de ese modo podrá ver mejor. Pero aún no es el momento culminante. Un grupo de policías le propina una salvaje golpiza hasta matarlo.
Lo que viene a la mente del lector tan pronto como ha terminado de leer la novela, es una sensación de repulsión hacia las acciones de las que nos hemos enterado y no tanto por ser malas sino porque son llevadas a cabo por personajes parecidos a nosotros. Aún más, pareciera que ellos no tienen plena consciencia de lo que están haciendo en un mundo grotesco, ausente de Dios, en caída y tal vez en ello llevan el perdón.